Más que una piel linda, una piel sana
Los beneficios de la dermocosmética van más allá del embellecimiento de la piel; su principal objetivo es lograr una piel saludable y controlar las afecciones que puedan perjudicarla.
Nuestra piel es una barrera protectora que aísla al organismo del medio que lo rodea y lo protege, al tiempo que actúa como sistema de comunicación con el entorno. Es el único órgano que está directo y constantemente expuesto a elementos ambientales y bacterias. Dada la capacidad regeneradora de la piel, solemos pensar que es tan autosuficiente que está garantizada por siempre, y que podemos abusar de ella sin problemas.
Sin embargo, la piel merece y requiere cuidados específicos. Cuidar la piel no es solo hablar de estética o moda, de arrugas o manchas, de belleza o vanidad. Cuidar la piel es cuidar la salud, después de todo, la piel cumple con múltiples funciones e incluso puede informarnos sobre el estado de nuestra salud y de nuestro estado de ánimo.
Así mismo, uno de los factores más agresivos con nuestra piel es el sol; el exceso de luz solar, no solo causa resequedad o quemaduras, sino cambios a largo plazo que pueden provocar envejecimiento prematuro y hasta cáncer de piel.
Es por esto, que es fundamental, tomar conciencia en el cuidado de la salud de nuestra piel y con la ayuda de los productos dermocosméticos, podemos lograrlo.
En la actualidad existe una gran variedad de productos dermocosméticos que cuentan con el respaldo de estudios científicos, clínicamente comprobados y avalados por dermatólogos, estos productos no irritan la piel y tienen capacidades calmantes e hidratantes, además de respetar la barrera protectora de la piel.
Como dermatóloga, recomiendo el uso de productos dermocosméticos que aportan al cuidado especializado de la piel y al tratamiento de las diferentes afecciones de los pacientes. La constancia en la rutina diaria y el uso de productos respaldados clínicamente, además de la recomendación y seguimiento de los especialistas, ayudarán a solventar diferentes problemáticas cutáneas, que en muchas ocasiones creemos que no tienen solución o simplemente nos acostumbramos a tenerlas.