Nuestra piel es una barrera protectora que aísla al organismo del medio que lo rodea y lo protege, al tiempo que actúa como sistema de comunicación con el entorno. Es el único órgano que está directo y constantemente expuesto a elementos ambientales y bacterias. Dada la capacidad regeneradora de la piel, solemos pensar que es tan autosuficiente que está garantizada por siempre, y que podemos abusar de ella sin problemas.